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muchaletra

lA fOtO

Caminando por la avenida de los insurgentes en plena madrugada me encontré con un viejo maloliente que me pidió una moneda, yo no traía más que los bolsillos rotos pero aún así le dí el último trago de cerveza que tenía. Me platicó en pocos minutos, mientras olía la cerveza y lo hacía con un deleite envidiable, que en algún tiempo había sido ''padrino'' de algunas chavas. Yo no entendí bien a que se refería con lo de ''padrino'' y como no le puse mucha atención él me tomó del brazo jalándome hacía un lugar muy oscuro. Comencé por encabronarme y estaba a punto de darle unos madrazos cuando de la oscuridad salió una vieja de lo mas gorda que hubiera yo visto hasta entónces.

-Hola papi, me dijo y antes de que pudiera yo contestar sono un pedo muy ruidoso que pensé había despertado a los vecinos durmientes. Quise reirme pero me tomó la mano y con brusquedad me acercó a ella dándome un beso en mi boca, metió toda su lengua hasta mi garganta y con su brazo me rodeó tan fuerte que sentí asfixiarme mientras con la otra ya me apretaba los guevos tan fuerte que sentí dolor. Pero una sensación extraña comenzó por invadirme. Olvidándome de lo que pasaba pensé que nunca en mi vida me había pasado nada igual pues siempre mi vida había sido muy tranquila y si bien he tenido algunas novias han sido, no precisamente delgadas pero no tan feas ni gordas como esta que me besaba.

Pasaron algunos minutos antes de que me soltara y no me di cuenta cuando el viejo maloliente desapareció. Ella me pidió caminar por una calle estrecha, mas oscura que donde estábamos, mientras me rodeaba la espalda con su brazo. Llegamos a una especie de casa deshabitada y vieja, casi destruida. Allí estaba el viejo ya bebiendo algo que nunca supe que era, recostado en una cama vieja y fumando un cigarrillo, le pedí uno y me di cuanta que era un delicado. Por lo menos fumaba algo que a mi me agradaba. La gorda me dijo que pronto llegarían las chicas.

-¿Cuales chicas? pregunté y entónces me vino a la memoria lo que me acababa de decir el anciano y que había sido padrino de algunas muchachas.

-¿Qué no te dijo este pinche viejo?...¿No le dijiste? le dijo al anciano volteándolo a ver...¿A qué chingados vienes entónces? me preguntó...

Tres preguntas rápidas y yo estaba más confundido que al principio. No supe que contestar y la anciana me sacó del apuro pues en ese momento tomó de la mesa un vaso sucio con una bebida negra que al parecer era la misma que bebía el viejo en el rincón del cuarto. Me la ofreció y yo un poco con disgusto la recibí dándole un sorbo grande. Me dió asco y corrí hacia no supe donde a vomitar...Ellos rieron mientras la gorda se pedorreaba con energía

Estando de espaldas a ellos no ví lo que pasaba y solo escuché un largo silencio...Al voltear con los ojos rojos y llorosos descubrí la escena más sutil que mis ojos hayan visto. Toda mi vida tuve deseos de ver a dos gordos fornicando y ahora ante mis ojos tenía esa bella imágen de aquellos ancianos. El viejo estaba tendido del todo sobre la cama sucia, la mujer con su su gorda mano le tomaba la pija y se la metía hasta el fondo de la garganta. Ver como succionaba aquella gorda me recordó algún pasado no muy lejano de aquella mujercita con la que había yo estado apenas. El gordo anciano se retorcía mientras ella poco a poco subía sobre su cuerpo para con su peso aplastar al otro pobre y montarlo. Solo se escuchaba el ruido chicloso de aquel movimiento.

Todo el tiempo estuve mudo y cuando caí en cuenta ya estaba que me quemaba por dentro así que sin pensar más me quité la ropa y me fuí sobre la espalda de la gorda empujándola lo más que pude hacia adelante, pues las carnes de aquellos no permitían mucho, pero aún así logré meterle la pija por el culo.

Nunca pensé follar así, nunca pensé nada de eso. Y en esos momentos no me exitaba el follar, el ver follar, no me excitaba nada si no el pensar que no tenía mi cámara en esos momentos para tomarnos una foto así los tres.

Ahora y después de mucho tiempo cada que me aviento un pedo recuerdo esos bellos mometos. Nunca supe de que se trataba lo del ''padrino'', nunca supe si llegaron las ''muchachas'' y nuca supe bien lo que pasó esa noche, solo recuerdo que cuando desperté estaba yo tirado sobre la banqueta de los insurgentes con el sol dándome en la cara y los pies de la gente casi pateándome, con una cruda del diablo y mis bolsillos rotos como siempre. Solo recorrí unos metros, cargué mis cartones y busqué una sombra donde volver a dormir.

1 comentario

Mario -

Ay guey... Está de lo más chido este cuento de pedorros... Jajajaja. Ahora se lo de su gorda barbie...

No pos nada que agregar, siga con su cruda. Gulp.