mI viEJo vERdE wHItMaN
Yo canto al alma,
al espíritu, al cuerpo,
a lo que me ha brindado satisfacciones puras;
al alcohol, la hierba, al hombre,
la miseria, la desdicha
que me hicieron conocer la dicha.
Al que se pone de retaguardia
para ofrecerme la dicha corporal.
Al que me ama tanto
para que yo lo ame igual.
Que importa si no lo conozco,
que importa la sabiduría;
el intelectual,
el obrero,
el mesero;
o maestros enseñando,
predicadores pecando.
Un bien para un mal,
un mal para un bien.
Conóceme y quiéreme,
alaba el momento en que te encuentres,
deja la miseria y
recuéstate una hora,
un día, mil horas.
Obsérvate, observa la flor,
vívete y disfrútate,
ama la miel, al sol
y a la muerte
por que yo los amo,
por que:
¿en qué nos hemos diferenciado
tú y yo desde el nacimiento?
No soy ni mejor ni peor,
te admiro, te quiero, te respeto.
Voltéate si no me quieres ver la cara
pero está seguro que yo te la veré
para limpiarte el alma
invitándote una noche en mi lecho,
para emborracharnos y tocar nuestros cuerpos
hasta adormilarnos.
Enjuagar el espíritu con el amanecer
y volver a caminar por avenidas
desiertas en tu compañia,
hasta llegar a los recónditos
misterios de un bosque
y alejarme de tí
para saborear tu ausencia...
y buscarte entre las sábanas.
al espíritu, al cuerpo,
a lo que me ha brindado satisfacciones puras;
al alcohol, la hierba, al hombre,
la miseria, la desdicha
que me hicieron conocer la dicha.
Al que se pone de retaguardia
para ofrecerme la dicha corporal.
Al que me ama tanto
para que yo lo ame igual.
Que importa si no lo conozco,
que importa la sabiduría;
el intelectual,
el obrero,
el mesero;
o maestros enseñando,
predicadores pecando.
Un bien para un mal,
un mal para un bien.
Conóceme y quiéreme,
alaba el momento en que te encuentres,
deja la miseria y
recuéstate una hora,
un día, mil horas.
Obsérvate, observa la flor,
vívete y disfrútate,
ama la miel, al sol
y a la muerte
por que yo los amo,
por que:
¿en qué nos hemos diferenciado
tú y yo desde el nacimiento?
No soy ni mejor ni peor,
te admiro, te quiero, te respeto.
Voltéate si no me quieres ver la cara
pero está seguro que yo te la veré
para limpiarte el alma
invitándote una noche en mi lecho,
para emborracharnos y tocar nuestros cuerpos
hasta adormilarnos.
Enjuagar el espíritu con el amanecer
y volver a caminar por avenidas
desiertas en tu compañia,
hasta llegar a los recónditos
misterios de un bosque
y alejarme de tí
para saborear tu ausencia...
y buscarte entre las sábanas.
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